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LOS PARADIGMAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

 

En este artículo vamos a examinar uno de los conceptos básicos dentro de las relaciones internacionales. Así, nos ocuparemos de explicar el significado que el concepto de paradigma ha tenido históricamente en la disciplina, y el modo en el que ha sido utilizado.

 

La aportación de Thomas Kuhn

 

La introducción del concepto paradigma tiene su origen en la filosofía de la ciencia, y más concretamente en el trabajo de Kuhn titulado Las estructuras de las revoluciones científicas. Esta obra tuvo un fortísimo impacto en las relaciones internacionales, pues implicó la redefinición del marco teórico de la disciplina y la inauguración de un nuevo debate que se prolongó durante años.

La importancia de la obra de Kuhn estriba en que contribuyó a repensar la ciencia y, en cierto modo, también a ofrecer un nuevo marco intelectual para el desarrollo de la actividad científica en el campo de las relaciones internacionales. Esto fue posible gracias a la introducción del concepto de paradigma en las ciencias sociales para explicar el proceso de cambio y evolución de la ciencia.

Paradigma procede del griego “paradeigma” que significa modelo, ejemplo.[1] La introducción de este concepto no estuvo exenta de polémica debido sobre todo a que el propio Kuhn lo empleó con al menos 21 sentidos diferentes, tal y como apuntó Margaret Masterman.[2] No fue hasta la segunda edición de la obra de Kuhn que este no hizo una aclaración en la que admitió el uso del concepto en un doble sentido. “Por una parte, pasa por la completa constelación de creencias, valores, técnicas, y así sucesivamente, compartidos por los miembros de una comunidad dada. Por la otra, denota una especie de elemento en tal constelación, las soluciones-enigmas concretas que empleadas como modelos o ejemplos pueden reemplazar a reglas explícitas como base para la solución de los enigmas restantes de la ciencia normal”.[3]

La aportación de Kuhn hizo que en las relaciones internacionales se produjeran diferentes reflexiones en torno a la elaboración de teorías y al modo en el que se interpreta y explica el mundo. Esto es lo que dio pie a que el posterior debate en la disciplina se definiese en los términos propios del planteamiento de Kuhn, y que fuese conocido desde entonces como debate interparadigmático. Esto se debió a que la discusión se centró sobre todo en los valores con los que el investigador interpreta el mundo, además de la visión y del modelo que está en la base del intento científico de aprehender la realidad internacional.

El núcleo central de la discusión pasó a ser la problematización de la relación entre teoría y práctica en la producción de conocimiento, pues el concepto de paradigma la recompone de una manera específica para explicar los cambios que se han producido a lo largo de la historia a la hora de explicar la realidad. Significó, en suma, un cambio en la perspectiva a la hora de explicar la evolución de la ciencia y la producción de conocimiento, pues Kuhn afirmó que no se trata de un proceso lineal y acumulativo sino en el que se producen diferentes rupturas y cambios que se traducen en la aparición de nuevos paradigmas que son, en definitiva, una forma de enfocar la realidad a partir de unas determinadas premisas que constituyen la base de lo que es considerado ciencia en cada momento histórico.

Así pues, los paradigmas son instrumentos de análisis con los que es abordada la realidad para explicarla. Por tanto, el paradigma se fundamenta en una serie de premisas sobre las que se organiza la ciencia, y que determinan al mismo tiempo la manera en que es enfocada la realidad al desarrollar una lógica y un lenguaje específicos, y con ellos unas determinadas reglas para la investigación científica, lo que genera, a su vez, unos resultados que no son equiparables a otras investigaciones que están orientadas por presupuestos distintos. Esto es lo que, a juicio de Kuhn, hace que los paradigmas sean inconmensurables, pues al partir de premisas distintas sus resultados no son comparables, pues en función de dichas premisas cada paradigma establece la instrumentación válida y los modos en que puede ser utilizada legítimamente. Además de esto, cada paradigma, en función de sus particulares premisas, determina los problemas a abordar en las investigaciones y que son admitidos como científicos.[4]

En la medida en que los hechos no hablan por sí mismos es necesario desarrollar una labor de análisis con la que parcelar la realidad para, después, recomponerla dentro de un marco explicativo global.[5] De esta forma los paradigmas lo que hacen es imponer orden y coherencia en una realidad llena de hechos y datos infinitos que por sí mismos no tienen significado.[6] Así es como el paradigma constituye un mapa teórico que sirve de guía para la investigación. De todo esto se deduce, entonces, que los intentos de comprender las relaciones internacionales significa tomar parte en un debate entre múltiples constelaciones de ideas en competencia que conforman los diferentes paradigmas.[7]

Por otro lado la noción de paradigma permitió repensar la disciplina de relaciones internacionales en unos nuevos términos. Si la ciencia, según lo planteado por Kuhn, no es acumulativa sino que en su desarrollo histórico se producen diferentes rupturas que dan lugar a fases precientíficas en las que coexisten diferentes paradigmas, las relaciones internacionales, por tanto, en el momento en el que fue introducido este concepto, se encontraban en un estadio de desarrollo precientífico. Esto es debido a que la práctica científica no se atenía a unos estándares aceptados por la comunidad de estudiosos dentro de la disciplina. A esto cabe añadir la ausencia de un acuerdo en torno a aquellas cuestiones que son consideradas relevantes. Todo esto era debido a que el realismo fue confrontado con hechos para los que demostraba ser incapaz de dar una explicación satisfactoria, circunstancia que estimuló la aparición de nuevos paradigmas que rivalizaron con el hasta entonces paradigma hegemónico.

Así es como se produjo el desencadenamiento de un debate entre paradigmas en el que cada uno de ellos trató de hacerse con la hegemonía en el ámbito de las relaciones internacionales. Se dio el claro intento de establecer un único paradigma para implantar de esta manera unos estándares compartidos por la comunidad científica en su labor investigadora. Pero el hecho es que esto fue imposible, de forma que las anomalías que históricamente el paradigma realista había sido incapaz de explicar persistieron, a pesar del surgimiento de teorías alternativas que rivalizaron con este paradigma que, hasta la década de 1970, había sido el paradigma hegemónico.

 

Redefinición del desarrollo histórico de las relaciones internacionales

 

La introducción del concepto de paradigma en las relaciones internacionales supuso que la disciplina de relaciones internacionales fuese redefinida, pues significó la apertura del denominado debate interparadigmático, o tercer debate, en el que se pusieron de manifiesto las grandes diferencias intelectuales que en el plano metodológico, ontológico y epistemológico existían entre los académicos.

No hay que perder de vista que el contexto histórico en el que se dio la introducción del concepto de Kuhn fue propicio para que, como consecuencia de ello, el curso de los acontecimientos en el seno de la disciplina adoptase un nuevo carácter que hizo que las discusiones gravitasen en torno a los modos diferentes de entender la propia disciplina, y sobre todo de cuál es su objeto de estudio y el modo de abordar la realidad.

Así es como nos encontramos con que el realismo, como paradigma hegemónico durante varios siglos, se vio en la difícil tesitura de tener que rivalizar con otras teorías que rápidamente conformaron los nuevos paradigmas en torno a los que se organizó la disciplina. Nos referimos, por un lado, al paradigma de la interdependencia compleja o transnacionalista, y por otro lado al paradigma de la dependencia o neomarxista.

Pero a pesar de que las anomalías, esto es, las fallas explicativas del realismo, eran considerables, ninguno de los restantes paradigmas logró hacerse con la supremacía intelectual en la disciplina. Esto, a ojos de muchos, la sumió en una situación precientífica, debido a la ausencia de unos estándares de investigación universalmente aceptados. Pero lo cierto es que el desarrollo histórico de las relaciones internacionales ha traído consigo la convergencia entre el neorrealismo y el neoliberalismo, reformulaciones, a su vez, del realismo y de la interdependencia compleja respectivamente. Esta circunstancia conllevó la marginación del neomarxismo que desde entonces, comienzos de la década de 1990, ha ocupado una posición irrelevante en la producción intelectual.

 

Conclusiones

 

A tenor de todo lo hasta ahora expuesto podemos concluir que el concepto de paradigma ideado por Kuhn y trasladado a las relaciones internacionales tuvo importantes consecuencias a múltiples niveles. Su impacto fue decisivo en el posterior desarrollo de la disciplina, y significó una reconceptualización de la relación entre teoría y práctica que, desde entonces, fue problematizada. Esto supuso, asimismo, que la discusión intelectual fuese reformulada en unos términos novedosos en función de los que el pasado de la disciplina pasó a ser considerado como un estadio científico, de hegemonía paradigmática del realismo, mientras que su presente, debido a la incapacidad del realismo de explicar diferentes hechos, había conducido a un escenario precientífico en el que hicieron su aparición diferentes paradigmas.

Como ya quedó dicho el problema de la búsqueda de unos estándares de investigación comúnmente aceptados por los especialistas de relaciones internacionales quedó sin resolver. Pero esto no impidió que la disciplina se desarrollase de un modo fructífero en la medida en que a largo plazo el debate interparadigmático contribuyó a la convergencia de diferentes posturas intelectuales en el neorrealismo y el neoliberalismo.

Sin embargo, debemos añadir que tanto el concepto paradigma como el propio debate interparadigmático pertenecen al pasado de la disciplina. El tercer debate dio paso al cuarto debate que centró la atención en cuestiones de carácter filosófico ligadas a la ontología. Tal es así que a pesar de que sigue utilizándose el concepto de paradigma para referirse a determinados enfoques de las relaciones internacionales, la situación de la disciplina ha cambiado lo bastante como para que hoy tengamos que referirnos a una situación de pluralismo teórico,[8] y que consecuentemente la cuestión paradigmática haya quedado relegada al pasado.

 

Notas:

[1] Corominas, Joan, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1987, p. 439

[2] Masterman, Margaret, “La naturaleza de los paradigmas” en Lakatos, Imre y Alan Musgrave (eds.), La crítica y el desarrollo científico, Barcelona, Grijalbo, 1975, pp. 159-201

[3] Kuhn, Thomas S., Las estructuras de las revoluciones científicas, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1990, p. 269

[4] Ibídem, p. 71

[5] Groom, A. J. R., “Paradigms in Conflict: The Strategist, the Conflict Researcher and the Peace Researcher” en Review of International Studies Vol. 14, Nº 2, 1988, pp. 97-115

[6] Holsti, Kal, The Dividing Discipline. Hegemony and Diversity in International Theory, Boston, Allen & Unwin, 1985, p. 14

[7] Banks, Michael, “The Evolution of International Relations Theory” en Banks, Michael (comp.), Conflict in World Society. A New Perspective on International Relations, Brighton, Wheatsheaf, 1984, p. 4

[8] Checkel, Jeffrey T., “Theoretical Pluralism in IR: Possibilities and Limits” en Carlsnaes, Walter, Thomas Risse y Beth A. Simmons (eds.), Handbook of International Relations, Londres, Sage, 2013, pp. 220-241